Segunda obra de un autor por el que nadie daría dos duros y que, sin embargo, su primera obra fue un éxito, tanto que aquí tenemos la segunda. Un desgaje de los personajes que aparecían en la primera en los mismo ambientes, pero que en ningún momento se hacer repetitiva con respecto a la anterior.
RESEÑA PUBLICADA EN DIARIO LA RIOJA.
En su anterior novela Juarma, narraba la historia coral de unos amigos avocados al abismo de las drogas y la violencia en un pueblo grande, cercano a una capital del sur. En ésta parte de la misma experiencia para contar la historia en primera persona de uno de sus personajes: Alex. El primero de su familia que consiguió acabar una carrera universitaria, aunque para ello tuvo que pasar varios años en la cárcel. La historia está narrada mezclando presente y pasado en primera persona. Su juventud, en la que su única referencia era los punkies que se reunían a tomar drogas y oír música; y su madurez de ex convicto con hija que trata de liberarse de su agresividad y de sus adicciones. La primera parte va explicando su pasado que ilumina su presente y la segunda es una lucha desesperada por escapar de ese destino que la otra historia le ha grabado a fuego.
Mientras la anterior novela era coral y tan desesperanzada como su título: Al final siempre ganan los mosntruos y nos recordaba a esa carrera desesperada del protagonista de trainspotting por huir tanto del abismo como de la vida burguesa, está es individualista y algo más optimista, pese a la dureza y la desesperación ante la que se encuentra el personaje.
El libro se devora de forma adictiva por la naturalidad y claridad con que narra su descenso a los diferentes infiernos. La prosa se mueve por el filo de lo prosaico, con golpes originales de humor sureño, pero el desarrollo de los acontecimientos y la forma medida en que lo presenta la salva de ser una narración árida. Está llena de personajes impagables e imparables en su lucha por no caer, en la que siempre pierden, y por su capacidad de levantarse.
BLACKIE BOOKS
Hace poco comentábamos la segunda novela de Santiago Lorenzo, que todavía no se creía la suerte de su éxito. Juarma es otro del grupo que ha batido records y no se lo cree. Detrás de ambos hay una editorial que mima a autores marginales y apuesta por ellos.
La empresa fue fundada en octubre de 2009 por Jan Martí, quien anteriormente trabajaba en RBA y era integrante de grupo synth pop Mendetz; y Alice Incontrada. El nombre de la editorial es un homenaje a una perrita llamada Blackie, que era la mascota de Jan y Alice y que, como ellos relatan en las guardas de sus libros, «quería ser inmortal». En ese sentido, la filosofía del sello es apostar por libros que «no tuvieron la suerte de despuntar» pero cuya calidad puede generar un impacto entre los lectores, razón por la que también han prestado especial atención a aspectos como el diseño, las ilustraciones de las cubiertas, la tipografía o el gramaje del papel.
Jan Martí tuvo la idea de fundar Blackie Books cuando trabajaba en RBA, donde empezó a pedir manuscritos a agencias y editoriales. Uno de ellos, Cosas que los nietos deberían saber, había sido escrito por Mark Oliver Everett —líder de The Eels— y ni siquiera había sido publicado en inglés, lo cual le animó a establecer un sello independiente.
En los primeros años lanzaron colecciones como libros infantiles a través de la marca Blackie Little, cuadernos de verano para adultos, una colección de obras en catalán desde 2013, y una línea de ensayo en 2014 titulada Academia, de la que destacarían 101 lecciones prácticas de filosofía (Roger-Pol Droit) y Crónicas de ciencia improbable (Pierre Barthélémy).El mayor éxito de Blackie llegó en 2015 con Instrumental, la biografía de James Rhodes, que ha llegado a vender más de 15.000 ejemplares y convirtió al pianista en una celebridad pública en el ámbito español.910 A raíz de su acogida, se lanzó una colección de memorias que ha incluido otros autores como Pablo Carbonell y Andy Warhol. Por otro lado, la editorial ha publicado las colecciones de autores como Santiago Lorenzo, Miguel Noguera (¡PAM!), Marta Altés, Miqui Otero y Richard Brautigan entre otros.
Desde 2018, Blackie Books cuenta con una colección de libros de bolsillo

Cristina García Morales define el libro en su portada como Trainspotting de un pueblo de Graná. A mí también, durante toda su lectura me recordaba la novela de Irvin Welsh, con la diferencia de que estamos hablando de un pueblo de Granada de 1.500 habitantes con una tasa de paro del 50% que hace de los hombres bestias alcoholizadas que golpean a su familia cuando vuelven de beberse el mísero sueldo que cobran por jornalear. Sus hijos se agarran a otras adicciones y van dando tumbos sin nada que agarrarse. Y aún así no es un libro deprimente. Está lleno de amistad y de ganas de salir para adelante.