Ya van quedando menos personas que lleven un pin republicano o algún signo que conmemore la segunda república el 14 de Abril. Las conmemoraciones nos suelen coger de sorpresa cada año según nos vamos haciendo mayores y el tiempo se escapa entre los dedos. Los 14 de abril, al no ser fiesta ni reconocimiento institucional, se van desintegrando y sólo queda el recuerdo de la guerra civil no la incruenta proclamación de La República. Este libro devuelve a esta hermosa fecha a la palestra. El autor no ha escrito un libro de recuerdo de esa fecha de 1931 en la que los españoles de dieron una patada a una monarquía corrupta e inútil y proclamaron por las calles la fiesta de La República. En lugar de hacer un ensayo histórico, narra un mosaico de personajes de todas las condiciones, totalmente reales, que dan luz y color a ese momento histórico y único en el que la alegría por la caída de un rey no encontró a demasiados obstáculos y triunfó la alegría y la democracia.
El libro está articulado en las horas canónicas del día en cuestión comienza y termina con la muerte de un personaje que viene a simbolizar la tragedia de la inutilidad de algunas muertes que no sirvieron para nada pues ya todo estaba cantado. Repasa con minuciosidad escenas y personajes de todas las capas de la sociedad de aquel momento hasta completar un mosaico abigarrado pero interesantísimo. Franco, director en aquel momento de la recién creada Academia militar de Zaragoza, se niega a izar la bandera republicana pero no se atreve a más; el rey sale en coche hacia Cartagena por carreteras de aquellos tiempos, mientras le redactan el discurso de despedida y republicanos y monárquicos tratan de evitar la confrontación. El relato reconstruye imágenes icónicas de aquellos momentos, como la izada de la bandera republicana en Correos, o la de un militar flameando la bandera sobre un tranvía en Sol.
La sensación es un poco desasosegante, pues uno piensa en lo fácil que estaba todo para que triunfara una democracia cuando los poderes fácticos estaba escondidos; cuando no hubo represarías ni quemas, pese a las injusticias sufridas durante tanto tiempo. Los jóvenes paseaban de la mano llenos de alegría. Bueno es quedarnos con ese fugaz momento de ilusión y no olvidar que hubo esperanza.
Video presentación del libro por parte de la editorial