El año pasado sucedió uno de esos terremotos literarios que no suponen ninguna tragedia pero que dan para muchos cotilleos y maledicencias. Javier Cercas, uno de los autores más imaginativos y experimentadores de la literatura en castellano actual. Aquel que se había convertido en la epitome del escritor postmoderno: el constante innovador, el que forzaba los límites entre literatura e historia hasta lo inimaginable; y que había conseguido ser un superventas a pesar de todo. Ganaba el Planeta con una novela absolutamente clásica de detectives, en el que el protagonista era un mozo de escuadra. Al hacerlo cambiaba un grupo editorial por otro y hacía temblar las listas de autores de los dos grandes grupos editoriales entre los que resume nuestro panorama editorial.
El cambio de editorial es anecdótico, pero el cambio de planteamiento narrativo nos dejó descolocados a todos. No había trampa ni engaño. Él ha defendido que sus constante experimentos ficcionales se habían convertido en una repetición y que volverse hacia la ficción pura era el verdadero experimento. Como novela de investigación criminal no está mal, pero creo que las hay mucho mejores y que Cercas es mucho mejor narrador que eso. Cómo no todas sus novelas me gustan por igual me dispuse a esperar a la próxima. Mi sorpresa llegó cuando ha publicado Independencia que es otra entrega del mismo tipo de novela con el mismo protagonista. El mismo título da la pista del origen de la historia, la declaración de independencia de Cataluña. Sin entrar directamente en el proces, es fruto de la ira que le produce la constatación de que el poder está en manos de los de siempre, que tocan a arrebato cuando intentan moverles el status quo, movilizando a las masas, a las que desprecian miserablemente.
El planteamiento argumental parece interesante. El protagonista es llamado a Barcelona para resolver el caso de extorsión que sufre la alcaldesa de Barcelona, que ya no es Ada Colau, sino una mujer cuyo partido político no tiene demasiada importancia sino su vida pasada y sus contactos con las élites del poder y el dinero. El resultado, en mi opinión, es parecido al de la anterior. No está mal, pero uno espera más de un autor con esa potencia imaginativa y verbal. Hay momentos en que esa potencia sale a la superficie, pero son eso, momentos. Se ha comprometido a convertir las dos novelas en una tetralogía y aunque no se si merecerá la pena, seguro que la leeré porque es un escritor brillante y valiente en cualquier formato.