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Publicada el 17 de febrero de 2015 por Luis Angel Adan Leon
VICENT, Manuel, Aguirre el magnífico, Alfaguara 2011.
No he comprendido demasiado como un libro como este tuvo tan poco éxito. El personaje en sí daba para todo y el narrador era quizás quien mejor podía narrar desde la distancia cercana este personaje. Vicent deja claro desde el principio que no estamos ante una biografía sino ante otra cosa, una novela de un personaje muy real pero muy novelesco, por parte de un autor que no es demasiado narrativo sino más bien lírico. Era uno de esos libros que había dejado de lado y que las circunstancias habían postergado. La duquesa dio tanto de sí con su nuevo matrimonio y el morbo sobre la diferencia de edad que el pobre Aguirre, y su manifiesta homosexualidad, quedó condenado a esa soledad en la que murió. El libro de Pablo Morán El cura y los mandarines lo ha devuelto al candelero. En él describe su papel fundamental en la cultura de la transición desde la editorial Taurus y desde el púlpito de la ciudad universitaria de Madrid donde encandiló a los que serían los líderes de la transición, la realmente democrática quiero decir. La imagen no es muy halagüeña. En este libro lo presenta como un individuo distante y sardónico. Cruel fue su destino final pero su vida fue una obra de arte en la que fue dejando atrás a muchos que encandiló para acabar solo en un palacio en el que estaba, como decía García Hortelano, becado por la casa de Alba. Afortunadamente, para redondear la imagen he leído sin buscarlo, en las memorias de Savater, el capítulo en que explica como le dejó publicar en su editorial y lo lanzó al mundo de la cultura madrileña. Es decir, no era tan egoísta como puede parecer.
El libro que comento comienza con el encargo de escribir la biografía que le hizo Aguirre ante el rey. Empieza pues con esa infancia de niño sin padre pero con posibles en una postguerra de plomo en Santander. La escena en que se encuentra con su padre ya maduro es espeluznante y está magistralmente narrada. El triunfador rellena un hueco sentimental cuando ya no era necesario y ambos se miden fríamente dentro de una educación exquisita. Narra luego su periodo alemán que marcará para siempre su vida. Y después su etapa como cura progre y pico de oro que acabó por dejar el sacerdocio para dirigir Taurus. Allí orquestó la cultura postfranquista y acabó ocupando la dirección general de música que le permitió tener palco en el Real y codearse con la Jet.

Ese es su momento estelar socialmente, cuando casó con la mayor fortuna heráldica de España en un matrimonio que nadie comprendía pues él era un homosexual conocido. Era claro que él dio un empaque cultural a la casa. Lo que no está claro es si la casa de lo agradeció. Y lo que es evidente es que fue su coronación y su fin. El momento en el que narra como le comunicaron y recibió la noticia del cáncer que acabaría con él es espeluznante. Él que está en la cima de la aristocracia y la cultura ha sido tocado por muerte. Él es un ser humano. Y él se va. Lo malo es que se va solo. La duquesa estaba entregando unos premios taurinos en Sevilla y no pudo acompañarle. Así es la vida desafortunadamente. Fue una de las luminarias de la transición y acabó sólo, eso sí con una gasolinera gratis en la puerta de casa y en un palacio lleno de historia y de poder.  Del libro destacaría el preciosismo en los detalles y los materiales que dan esa riqueza barroca al mundo que describe. Esa distancia perfecta que se merece un ser distante pero único. Ridículo y brillante. 

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